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Anécdotas cortas I

  • El Kolitrinche
  • 7 oct 2016
  • 3 Min. de lectura

"La gata"




Mi abuelo paterno trabajó como taxista, uno de los buenos. Él fue un taxista de agencia de aquellos tiempos, y solo atendía clientes selectos.


Auto impecable, un Dodge de los 60s, era grande como una nave.


Para mi abuelo limpiar su auto era toda una ceremonia; cuidaba su auto más que cualquier cosa; era su herramienta de trabajo.


En una ocasión, queriendo tener su auto muy bien como siempre, tenía que cambiar un par de llantas de su auto. Era un fin de semana, estaba en casa y decidió pedir ayuda a uno de sus cinco hijos varones.


Mi tío "X" (así lo nombraré) en la época de los 60s era un jovenzuelo. "X", entusiasta; no fue bueno para los estudios; amante del fútbol, una ocasión se las ingenió para intercambiar el rostro de un jugador por el suyo en un poster deportivo del equipo del cual era simpatizante y, en uno de sus viajes a provincia para visitar a la familia materna, lo llevó orgulloso, pregonando a todo el pueblo que jugaba en dicho club; le creyeron hasta que lo invitaron a participar en un partido de fulbito para que muestre su "clase" de jugador profesional y fue un completo desastre, el pobre tenía "dos pies izquierdos".


Mi abuelo dijo: "hijo, ve a traer la gata, no te demores, necesito cambiar llantas". "X" muy afanoso en poder cooperar fue inmediatamente a buscar la gata; a pesar de su duda, no quiso preguntar, le pareció algo extraño el pedido, sin embargo, prosiguió.


Después de algunos minutos, mi abuelo perdía la paciencia y se preguntaba el por qué la demora de su hijo. Fue grande la sorpresa cuando vió acercándose a "X" cargando una gata negra, y entonces "X" le dijo: "papá fue difícil encontrar y agarrar a la gata, he terminado con los brazos arañados".


Como en todo barrio, en esos momentos hubo otras personas que presenciaron la jocosa situación. Mi abuelo, quien era renegón, más que reír, le resondró a "X".


Obviamente, mi abuelo, ¡se refería a la gata hidráulica! ¡No a la gata negra del vecino!


Cosas de muchachos, situaciones que suceden en las familias y que quedan para el libro de los recuerdos.


"Los comensales"


Eran los años setenta, un tiempo en que se podía conseguir un buen trabajo - si se tenía el contacto adecuado - en alguna entidad del estado o privada. También se podía hacer carrera en una empresa, empezando como personal de limpieza hasta lograr un puesto de oficinista o jefe con la experiencia y el paso de los años.


Mi tío "J" (así lo llamaré) inciaba su etapa de adulto y logró conseguir trabajo en una embajada como tramitador con un buen sueldo; en aquellos tiempos era un lugar perfecto para trabajar.


Entonces, "J" además de ayudar a muchas personas, también gastaba su dinero con sus amigos de barrio.


Bohemio, buen dibujante, ameno, de buena labia, amante de la música salsa y de las mujeres, de baja estatura pero gran jugador de fútbol con una pierna izquierda muy prodigiosa - según me contaron - aunque no llegó a la profesional, buen "mechador", tenía mucha "calle" o "barrio" producto de sus andadas con sus amigos desde la época colegial. La bendita "criollada" siempre la tenía presente.


Así que, en una de esas ocasiones con los amigos, decidió invitarlos a comer a un restaurante, la mayoría ya mayores de edad y por ahí algún chiquillo. Llegaron al lugar, cada uno pidió lo que deseaba; comieron y bebieron hasta estar satisfechos; todos estaban muy contentos. Entonces, mi tío decidió jugarles una broma pesada, les dijo que pidieran la cuenta mientras que él salía del restaurante indicando que tenía que realizar una llamada urgente. La cuenta fue entregada, pasaban los minutos, el mozo se ponía más insitente cada vez, los muchachos se les comenzaba a ir la sonrisa y se miraban unos a otros; ¿pedir colecta? pero si todos estaban en ropa deportiva y tenían poco o nada de dinero. Entonces sucedió lo esperado, el mozo junto con el dueño los llevaron a lavar los platos y limpiar la cocina.


Luego de unos minutos, "J" fue al restaurante a pagar la cuenta y a recoger a sus amigos.


Broma pesada o "criollada", todo quedó en la anécdota.

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