El montículo de arena
- El Kolitrinche
- 20 may 2016
- 3 Min. de lectura

Era el verano del año 1985 - como casi todos los fines de semana - junto con mi familia y amigos del barrio íbamos a la playa. Esta vez era un domingo y era especial porque además iban a ir mis primos mayores.
En aquellas tiempos comunmente íbamos al balneario más cercano que era (y es) la Costa Verde. Nos subíamos al Enatru con rumbo a la playa, con nuestras respectivas mochilas o maletines cargados con los alimentos como fruta, limonada y los panes con jamonada; la toalla gigante y la sombrilla de alguna marca de gaseosa, la pelota Yompian ("donde ganan los que van"), las paletas y baldecitos para armar los castillos; no podía faltar la tabla de surfear naranja. La mayoría de esos objetos eran canjeados con chapitas de gaseosas y pagando alguito de dinero.
Nosotros normalmente íbamos temprano, siempre atentos al parlante que indicaba la "hora Inka Kola" y nos regresábamos a casa al mediodía para almorzar. Pero al ser un día especial yo no quería regresarme a casa y me quedé con una tías, mi hermana y primos mayores; mi papá se encargó de llevar a casa a mi hermana menor y algunos más.
Después de haber comido alguna merienda, "descansar la barriga" - enterrados en la arena - y cansados de estar en el agua, decidimos comenzar a correr.
Obviamente mi primos y hermana eran más rápidos que yo, por lo que me esforzaba al máximo por alcanzarlos. Además que podía esperar después de haberme comido tres panes, un par de plátanos y una manzana. En aquellos tiempos era un glotón.
Hasta que emocionados vimos a lo lejos un montículo de arena de regular tamaño y fuimos hacia allá con el fin de saltarlo cual obstáculo en una carrera. Yo veía como mis amigos, primos, y hermana saltaban con gran audacia el montículo. Cuando llego mi turno, algo cansado por esfuerzo - y por todo lo que comí - me dio flojera saltarlo y lo pisé.
De regreso al lugar donde estábamos junto con mis tías, la mayoría decidió meterse al mar antes de regresar, yo me senté porque sentía que mi pie estaba caliente. Mi tía con los ojos abiertos mirándome el pie, gran fue la sorpresa, al bajar la mirada observé como mi pie estaba completamente cubierto de sangre. Al revisarme, el dedo gordo de mi pie derecho tenía un corte profundo y la sangre no paraba de salir. Yo comencé a llorar, no tanto por el dolor, sino por ver tanta sangre.
En aquel montículo, alguna persona sin escrúpulos, había dejado algún vaso o botella rota. Al ver que no podía parar de sangrar me llevaron en taxi a la clínica donde mi mamá trabajaba. Ese día mi mamá se encontraba allí.
Recuerdo la sala de emergencia, el doctor aplicándome anestesia para poder coser el corte. Luego recuerdo mi cabeza dando vueltas, ya en un taxi, rumbo a casa junto con mi madre y tía. Llegando a casa mi cabeza seguía dando vueltas.
Fue un gran susto para mí y de seguro para mi familia.
Es por eso, desde aquel incidente, cada vez que me ha tocado cruzame con un montículo de arena, tierra, o de cualquier cosa...¿Qué creen que hago?
Como en la vida, algunos saltan los obstáculos que se le presentan, ya sea para vencerlos o para evitarlos; otros deciden cruzarlo, ya sea para enfrentarlos o para dejarse estar y vivir con ello.
¿Qué haces tú cuando se presenta un obstáculo?
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