Mi primer día de clases
- El Kolitrinche
- 10 mar 2017
- 4 Min. de lectura

En estos días que se ha iniciado el año escolar, pienso en como fue mi primer día de clases...
NIDO y JARDIN
Ya no recuerdo mi primer día en el "Nido"; cuando tenía tres años...
Tengo un recuerdo de mi primera vez en el "Jardín de infantes". Era el año 1983, aún tenía cuatro años de edad, era abril y comenzaba el otoño; me habían cambiado de escuela; por falta de cupo ingresaría al turno de la tarde y la escuela era lejísimos de mi casa (cuando se es pequeño las distancias son grandes).
El hecho de ir a la escuela por la tarde ya era algo extraño; el hecho de conocer nuevos compañeros, nueva profesora y demás cosas nuevas tampoco me emocionaba. Salirme de mi "mundo" me hacía sentir incómodo y con temor.
Mi mamá preparó la merienda para la escuela, consistía en un vaso con limonada (esos vasos de plástico alargados con tapa naranja) , una manzana o plátano y un pan con mantequilla y mermelada; todo dentro de una loncherita metálica, rectangular, con asa. Tenía una mochila con libros de actividades, crayolas y otros útiles escolares.
Con mi mandil gris puesto, partimos presurosos - mi madre, hermana menor y yo. La escuela se llamaba "Santa Teresita", tenía una puerta de madera marrón con barras de metal gigante (seguro para que nadie escapara), en la parte superior lo adornaba el escudo nacional; era una casona ubicada al frente de una parroquia y más allá el Estadio Nacional.
Parado en la puerta de la escuela, veía como pasaban los niños, yo no quería ingresar; nos recibió la auxiliar, una señora de más de cincuenta años, rostro serio, vestido largo, parecía como las brujas de las películas; solo quería regresar a mi casa; me aferré al brazo de mi mamá, ella tomó mi mano - con su mirada amorosa - solo para entregarlo a la auxiliar; mientras pasaba tragaba saliva, la puerta se cerraba, era un pasillo largo, en cada lado había aulas , veía muchos rostros, mi aula se encontraba al final del pasillo; se abrió la puerta del salón, apareció la profesora con una bella sonrisa y me hizo pasar; solo faltaba yo para completar, todos me miraban, yo quería desaparecer, me sentaron casi al medio pegado a la ventana que daba al patio, sentí un aire fresco que me ayudó a calmarme un poco, al lado un niño, creo que lloré...
PRIMARIA
Era una mañana de abril de 1984, tomando desayuno en la mesa toda la familia, era muy temprano; yo con el uniforme típico de escuela pública: camisa blanca, pantalón, chompa y medias grises, zapatos negros bien lustrados; estrenaba mochila nueva.
Iba a ser mi primer día en primaria, escuela nueva; una vez más todo sería nuevo, una vez más tenía temor y ansiedad.
Una vez más mi mamá me llevaría a este día histórico e importante. Esta vez el colegio se encontraba relativamente cerca a casa. Yo ya conocía esa escuela porque mi hermana mayor había estudiado allí su primaria, fue reina de la primavera varias veces y fue una de las mejores alumnas; las profesoras, los auxiliares y el director la querían mucho; ella ya estaba en secundaria en ese momento.
Fuimos caminando, yo cargando mi mochila en las espaldas y mi madre llevando la caja con los útiles escolares; en la avenida nos uníamos a otros padres e hijos que también se dirigían a sus respectivas escuelas.
Mi colegio se encontraba por un óvalo con nombre de un héroe de la patria, tenía un número de cuatro dígitos como nombre, era una casona grande, antigua, dos pisos, colores crema y marrón, contaba con dos patios, uno externo adelante y otro interno en la parte de atrás.
Llegamos temprano, ingresamos al primer patio, mi madre dejó los útiles a la auxiliar (que también era una señora mayor con vestido largo y con cara seria); el portero del colegio nos llevó hasta el patio trasero donde sería la formación, él se llamaba Panchito (creo que todos los porteros de colegio se llamaban así). Mientras esperamos, nos sentamos sobre unas escalinatas paredicas al mármol; una vez más agarrado del brazo de mi madre, con ganas de vomitar por los nervios. Mi mamá me abrazó, me dio un beso y me dijo que todo estaría bien.
Por el megáfono llamaron para comenzar la formación y ordenarnos por sección, con pena y miedo me alejé de mi madre; ella se quedó parada en un lado del patio con otros padres, hasta cierto momento, después ya no la vi.
En la vida, siempre hay un grado de temor para afrontar experiencias o cosas nuevas, se nos hace difícil dar el primer paso o simplemente nos queremos mantener en nuestro "mundo" por comodidad. Lo importantes es, a pesar del miedo, dar el primer paso.
Fuenta imagen: www.soymamablog.com
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